10/2/09

LA FACHADA OCULTA DEL SER

Me preguntaron unos adolescentes una vez acerca de la fachada oculta del ser humano y cuan dificil es mostrarse e interiorizar. Interiorizar que no es socializar. Les dije que habrían de tener en cuenta dos puntos de vista: El interno al hombre, porque tenemos miedo a que se nos conozca y desde ahí nos dañen. Esta afirmación presupone que el otro es malo o al menos que no es bueno. Pueden contestarnos que ocultamos algo y parte de verdad hay en ello.
Y el externo al hombre, porque el hombre es evolutivo y esta es una variable biológica incontrolable. La evolución nos hace competitivos por pura supervivencia. Si me leyera Lorentz diría que esto que afirmo es etologia o puro comportamiento animal. Le diría que si y que ademas es propio de las aves de corral. Etologia pura y dura, pero es tambien humanidad real y cotidiana. Ahora bien, ¿Cual es el punto de inflexión? ¿Cuál es el punto fronterizo entre la dualidad que experimenta el ser humano entre el deseo y la imposibilidad del abrirse al otro? Creo que en el fondo este seria el discurso interno de la practicidad de lo sincero. - "Si soy sincero puede que me ataques. O que me uses. O que te vayas. O que te aproveches de mi…" y así una ristra enorme de peligros. Esa es la palabra: Peligros. Peligros porque el mostrarse como uno es pueda ser una traba para discurrir por el deseado camino del disfrute pleno de las cosas buenas que la naturaleza ha puesto para su uso. La diferencia con el pollo de corral estriba en que el hombre –si es bueno-- procura no hacer daño a un tercero, a la vez que decide moralmente. Es decir en conciencia y por su propia decisión. Así pues, la clave para descubrir la fachada oculta del otro ser esta en conocer por ambas partes que no habrá peligro en ello, sino deleite. Hablarlo y desearlo. Convenir y aventurarse en saborear lo bueno que tenemos. Ser personas. Esto parece infancioso. Pero es necesario saberlo. Y practicarlo.

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