10/6/09

¿ TIENE SENTIDO ENVEJECER ?

Articulo Original de
IGNACIO GALLEGO CUBILES*
“Nada en el mundo ayuda a sobrevivir, aún en las peores condiciones, como la conciencia de que la vida esconde un sentido”, afirma Víctor Frankl (Psicoterapeuta austriaco que sobrevivió al campo de exterminio de Auschwitz). Pero en el caso del envejecimiento ¿tiene sentido la pérdida progresiva de las facultades físicas y la merma de la memoria y otras facultades mentales que nos hacen dependientes de otras personas?.
“El que tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo”, decía Nietzsche. ¿Pero qué puede dar sentido al proceso de deterioro que inevitablemente sufre el ser humano a medida que se acerca al ocaso de su vida en este mundo?.
La Psicoterapeuta Mª Teresa del Moral nos da las claves de ello en un estudio sobre las aportaciones de María Zambrano acerca de la Tragedia de Edipo. Esta obra de Sófocles narra la historia de un rey griego, perseguido por un destino fatal, que le lleva –sin saberlo- a matar a su padre y a casarse con su madre (de quien había estado separado desde su nacimiento). Cuando descubre lo que ha hecho, se arranca los ojos y empieza a vivir como un mendigo, ciego y desterrado de su patria, con la ayuda de su hija Antígona.
Pero es entonces cuando Edipo descubre lo que es ser hombre: “Y ahora que nada soy, soy pues el hombre”, exclama.
El mito de Edipo, más allá del tan repetido “complejo incestuoso”, nos transmite que la aventura del hombre sobre la tierra transcurre desde el instinto desesperado de escapar a la fragilidad e indigencia constitutivas de la condición humana, es decir, desde la actitud de negar la propia pequeñez –sin lo que, por otra parte, sería imposible que el niño creciera- hasta llegar a la madurez en la que miramos hacia dentro y atrás para recuperar todo lo que sacrificamos en nuestra juventud para poder avanzar. En ese interior, oculto, se encuentra el MENDIGO (nuestro mendigo) a la espera de que lo rescatemos piadosamente.
María Zambrano desentraña la figura del mendigo: “Desde la verdad, esto es ser pobre: “No pretender que nada nos cubra de esplendor; ni aparecer de ninguna manera ante nadie; apreciar sólo lo necesario sin darle importancia; ir rectamente hacia el corazón de las cosas; tratar al prójimo sin temor ni vanidad, porque el prójimo es el hermano”. La enseñanza de esta tragedia es, también, que todo este descubrimiento no aparece sin la experiencia del dolor y del fracaso.
La vejez se presenta en nuestra sociedad consumista como dolor y fracaso: ya no soy lo que era, solemos decir, ¡afortunadamente! He dejado de mentirme en cuanto he descubierto, abrazado y asumido a mi mendigo.
En la vejez nos hacemos dependientes (denominación que se desliza, aunque eufemísticamente, en los textos legales de nuestra época); y la aceptación de esa dependencia parece resultar algo doloroso e insoportable. Hay gente que solo aspira a no tener que depender de nadie (¿para no incomodar a los demás o para no tropezarnos con el mendigo?). “Sin embargo es ahí –dice Mª Teresa del Moral- donde reside el secreto del encuentro con el propio ser”.
Desde esta perspectiva podemos entender adecuadamente la conveniencia de pedir para que se nos dé y de llamar para que se nos abra; porque, por encima de lo que recibamos, nos habremos puesto en camino de conseguir ver que nuestra esencia es pedir y llamar (mendigar): “Y ahora que nada soy, soy pues el hombre”.
En la vejez, la propia naturaleza nos ayuda a resolver el conflicto entre el “rey” que fuimos y el mendigo que esencialmente somos; principio básico de realidad que nos hará posible ser felices.
Ojalá la experiencia de nuestro dolor y fracasos nos ayuden a no tener que esperar a la vejez para descubrir a nuestro mendigo y poder así aprovechar mejor la vida desde la sencillez y la pobreza que María Zambrano preconiza.
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*Ignacio Gallego Cubiles es Doctor en Pedagogía. Viajero y estudioso de la res jerosolimitana, usador impactante de la pluma y el pincel y librepensador innegociable, ha escrito ese articulo y nos lo brinda como colaboración especial. Nuestro agradecimiento por lo que nos enseña.